Ese día no quería ir al hospital,
Sentía que el día sería diferente,
Ya el médico había hablado con nosotros,
Y nos había explicado que no existía procedimiento alguno más a seguir,
“No hay nada más que hacer, solamente debemos de esperar” fue su frase.
Así que para “evitarte” más dolor se decidió firmar la hoja que consignaba
La autorización de no “auxiliarte”, no prestarían servicios de resucitación alguno.
Llegue temprano a lo usual, tú estabas dormida,
Decidí estudiar para el examen final de matemáticas,
Era el temario casos de algebra, ecuaciones de segundo grado,
y demás cosas que no recuerdo y sinceramente no me importaban.
Despertaste, me reconociste y hablamos del “futuro”,
Me aconsejaste como solías hacerlo,
Te dormiste nuevamente,
Al despertar, me pediste que te sujetara tu mano fuertemente,
Que detrás de ti había un agujero al cual no querías ir, pues todo estaba oscuro.
Comenzabas a delirar, las ilusiones se hicieron más frecuentes,
A tal grado que “conversaste” con las demás personas que estaban en la habitación,
(Cuando en la realidad solo estábamos tú y yo), pero no quise decirte nada,
Pues estabas conversando con tu abuela y sé cuanto la querías.
Te dormiste nuevamente y aproveche a llamar a casa,
No quería estar sola cuando partieras,
Yo tenía quince años de edad,
los “dulces quince años”, los cuales ya pasaron y aún no les encuentro lo "dulce",
Fue mi tío (mi única figura paterna)quien acudió a mi ayuda.
Despertaste nuevamente, estabas lucida en esta ocasión,
Y le dijiste a la enfermera que “frente a ti estaban tus dos más grandes tesoros”,
Mi tío y yo nos miramos, teníamos ambos los ojos rojos,
Pero por nuestro carácter serio y tranquilo, para las situaciones aún más incomodas, solamente nos sujetamos la mano y nos sonreímos,
Sin decirnos nada más.
Tuviste un paro respiratorio frente a nosotros,
Nos sentimos impotentes e inútiles,
Por la orden dada no recibiste ayuda alguna,
Fuiste fuerte y no te marchaste.
Fue mucho para mí y a criterio de mi tío,
lo mejor era que estuviera en el colegio,
él me llevaría, me despedí de tí,
pero hubo tanto que quería decirte y no pude hacerlo.
Por la tarde, hice el examen, al finalizarlo no quería estar con mis compañeros de grado,
Era el último día del año lectivo escolar del año 1997,
Me fui a la capilla del colegio, y estaba cerrada
(Algo irónico para ser un colegio católico),
Me quede debajo de un árbol de mango,
Viendo pasar las nubes y pidiendo que marchases sin sufrir,
Te amaba tanto que no quería ese sufrimiento,
Pero me moleste tanto con Dios ese día y muchos más por separarnos,
Por ser injusto, por permitir que las personas que amamos se vayan de nuestro lado.
Por clasificar quienes viven y quienes mueren.
Ya en la noche estaba sola en mi habitación,
Había pasado todo el día guardándome el llanto,
Pues mi orgullo no me dejaba que otros me viesen llorar,
Cuando comencé a llorar, no logre controlarme más,
me encontraba sola, sentí una brisa muy cálida a mi alrededor,
Y un olor tan particular, que nunca más he vuelto a oler,
Y sentí que en ese momento alguien se sentó a mi lado, me abrazaba y me tranquilice,
Aún creo que te despediste de mí a tu manera especial,
Lógicamente hablando no tiene sentido alguno,
pero en ocasiones la lógica estorba en la vida.
Cinco minutos después de eso llamaron del hospital,
Te habías marchado de forma tranquila y serena,
Siendo necesario iniciar los trámites de tu funeral.
E iniciar el “futuro” como lo habíamos conversado ese día en la mañana.
Q.D.E.P.
MARÍA PAZ MELARA DE PEÑA conocida socialmente por
MARIA PAZ MELARA y REYNA ISABEL MELARA.
(21/ Junio/ 1932 - 27/Octubre/1997)
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